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Vincular espacios exteriores, un reto para el constructor hotelero

Developer builder Alejandro Escudero
Alejandro Escudero

Partidario de los materiales naturales, defensor de los espacios al aire libre y  convencido de que un constructor hotelero debe ofrecer proyectos singulares, Alejandro Escudero interpreta el paisaje y sus recursos antes de decidir el carácter de sus obras.

Para este arquitecto e interiorista mexicano, la experiencia de sentirse como en casa en cualquier hotel o en grandes desarrollos inmobiliarios pasa por absorber la calidez del entorno y dejarse llevar por las particularidades de cada ambiente. Influenciado por la riqueza cultural de su país de origen y gran admirador de la arquitectura rural europea, Escudero busca integrar lo mejor de ambos mundos. Centrado en otorgar personalidad propia a cada proyecto que llega a su estudio, se aleja de lo que impongan las tendencias y procura huir de la homogeneidad. Sintonizados con esta visión fresca, sensible y sofisticada de la habitabilidad de espacios, en Arum Group confiamos en él para el interiorismo de Plaza Abama, un lugar que agrupará ocio, compras, entretenimiento y gastronomía para huéspedes y residentes en Abama Resort Tenerife.

Hoy queremos ahondar en su filosofía de trabajo y entender cuáles son los grandes desafíos para los proyectos inmobiliarios del siglo XXI.

¿Cómo debe adaptarse el sector hotelero a las nuevas demandas del público?

La gente quiere salir, quiere ir a los lugares y sentirse como en su casa, vivir experiencias locales con los locales y no experiencias prefabricadas. Yo soy muy ajeno a las propuestas temáticas y trato de seguir mi propia visión sobre la personalidad de cada proyecto.

¿En qué consiste esta visión particular?

Siempre he utilizado materiales íntegros, maderas y piedras naturales. En España hay una fuerte tendencia a usar muchos materiales porcelánicos, cerámicos y cosas de ese estilo y de alguna manera, empiezas a ver que todo es igual, todo tiene los mismos terminados y hay un exceso de utilitarismo. Se vuelve súper impersonal porque puedes estar en un piso en Madrid, en Málaga o donde sea y todo se está construyendo igual. Yo vengo de una cultura como la de México con su estrecha relación con la naturaleza y esa gran creatividad con materiales y texturas y luego, estoy muy influenciado por la parte europea del campo, de los materiales como los techos de pizarra o los muros de piedra y esos son mis dos grandes referentes. La integración de todo eso tiene una vigencia eterna.

¿Quieres decir que no te dejas arrastrar por las tendencias en arquitectura o interiorismo?

Es que yo trato de no caer en las trampas de la moda. Hay cosas del momento que se adecúan a lo que estoy haciendo y otras a las que trato de no acercarme, y cuando me traiciono no estoy contento con lo que hago. Claramente cada proyecto tiene sus restricciones pero, en general, trato de mantener esa filosofía sin importar si es una casa de 400 metros, un piso de 50 metros o una propiedad comercial como un hotel con 150 habitaciones. Esta forma de pensar se traslada a todas las escalas y tamaños.

¿Por qué la preferencia por los materiales naturales?

Si usas materiales sostenibles como madera que viene de productores responsables, al final dejas una huella menor que si usaras materiales artificiales que no dejan de tener resinas y otros procesos de producción más sofisticados que consumen más energía. Utilizo este tipo de materiales para dar mayor temporalidad, porque me van a permitir tocarlos, vivirlos, puedo caminar descalzo sobre un pavimento de madera que no es una madera de imitación. Sientes que puedes pisar diferente, mucho más suave…

Pero hay nuevas tecnologías que son aliadas de la sostenibilidad…

Sí, sin duda hay una combinación entre la tecnología nueva y la manera en que construíamos antes que era mucho más sostenible de lo que construimos hoy. Se pueden usar materiales locales y mezclarlos con tecnologías para entregar un producto que tenga personalidad y que aporte arquitectónicamente a tu vida diaria. Por ejemplo, estamos viendo proyectos donde las pérgolas de madera sostenibles se integran con vidrio solar para generar electricidad. La tecnología no es algo que esté en contra, sino que se puede combinar con lo natural. En general, la tendencia es unir lo mejor de cada una.

¿Notas algún cambio en la forma de vivir después de la pandemia?

El cambio es que hay muchísimas oficinas vacías y mucha gente que no quiere volver a la oficina. Estos centros de trabajo enormes por más que los quieras hacer sostenibles, por más certificado ambiental que tengan consumen mucho acero, vidrio, hormigón… Los volúmenes para generar estos espacios están mal porque esta no es la manera correcta en la que hay que seguir haciendo las cosas. Son edificios estilo Dubai que yo no entiendo, porque no están diseñados para vivir ni trabajar en ellos.

Pero son construcciones que ya existen, ¿qué podemos hacer?

Sí, hay muchos proyectos que nos separan porque ya están invertidos para hacer este tipo de cosas, pero lo que sí está claro es que hay una oferta enorme de oficinas y espacios comerciales que serán muy difíciles de llenar. Llegará un momento en que, por economía, se dejará de invertir en ellos pero ¿por qué lo cambias? ¿cuál debe ser el modelo? El modelo tiene que dar un salto enorme, tiene que adelantarse muchísimo y buscar la construcción de edificios más sostenibles. Todo va en una progresión orgánica y hoy hay un mundo y un mercado para saltarse diez pasos y empezar desde el otro lado.

¿La gente quiere espacios más abiertos?

Sí, aunque esto riña con los metros cuadrados disponibles. Yo creo que si la gente quiere espacios abiertos ya no aguanta edificios en los que no pueda ni abrir una ventana. Si saltamos esos diez pasos a los que me refería, ya dejaremos de llamar “inteligentes” a estos edificios porque a lo mejor necesitamos construcciones menos inteligentes y más naturales.

¿Construcciones que pongan en valor los exteriores?

Sí. Por ejemplo, en todos mis proyectos trato de que el exterior y el interior sean un solo espacio y por eso me gusta controlar la arquitectura, los acabados y el conjunto. Al fin y al cabo una cosa no está separada de la otra, pero esta relación no existía en el diseño de grandes edificios y de alguna manera habrá que conseguir una fórmula para trabajar con un modelo mucho más integrador. Yo, por ejemplo, casi no hago ventanas, sobre todo hago puertas. En mis proyectos siempre sales. Si estás en la planta baja sales a un jardín o a un patio y en las plantas altas sales a un balcón o a una terraza… No me gustan las ventanas, siento que me encierran. Entonces esto lo aplico dependiendo del clima y del tipo de proyecto.

¿En los hoteles cómo lo aplicas?

En los proyectos hoteleros no es tan difícil. Hasta hace poco tiempo el valor del metro cuadrado en un área verde, un patio, una terraza, era cero. Eran metros perdidos para una empresa inmobiliaria. Hoy se ha revaluado mucho porque a lo mejor puedes abrir las ventanas, poner una puerta e integrar ese patio al espacio interior. La revalorización del metro cuadrado del espacio libre tiene que ser absorbida por el proyecto. Ya no hablamos de los 60 m2 de la habitación de un hotel sino que le añadimos los 10m2 de la zona común, por ejemplo. O cuando se privilegian las terrazas para los restaurantes en vez de construir parkings para coches. Este es un punto muy importante a considerar por la gente que invierte en este tipo de proyectos y por quienes regulan este tipo de proyectos.

Sin duda alguna, la sostenibilidad arquitectónica es una de las grandes demandas del cliente actual. Una exigencia global que va mucho más allá de una tendencia pasajera. En este sentido, el constructor hotelero moderno se enfrenta al gran reto ambiental sin desconocer las necesidades de sus huéspedes y las prioridades de la promotora inmobiliaria que encarga el proyecto. Tal como señalaba Alejandro Escudero en esta entrevista, se trata de combinar lo mejor de las nuevas tecnologías con recursos naturales locales mediante estrategias responsables.