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La nueva revolución tecnológica en Real Estate

Responsable de la evolución de muchas industrias, la revolución tecnológica ha llegado también al ámbito inmobiliario. Es innegable que el vínculo entre las nuevas tecnologías y el Real Estate ha provocado cambios muy rápidos en algunos procesos y formas tradicionales de trabajar en este sector y para nadie es un secreto que las empresas que quieran crecer mejorando su productividad y rentabilidad, deberán aprender y adaptarse a estas nuevas tecnologías para avanzar. De hecho, esta tendencia recibe el nombre propio de ‘Proptech’ y se refiere directamente a las aplicaciones y avances tecnológicos para el mundo inmobiliario. Sin embargo, algunas de estas innovaciones pueden resultar muy llamativas y tienen todavía un amplio margen de desarrollo y evolución.

Una de las áreas que más puede impactar en el sector podría ser el Big Data aplicado al Real Estate (RE). Con la ingente cantidad de datos existentes actualmente, el objetivo de esta innovación inmobiliaria es estructurar y obtener los datos que nos interesen en cada momento. Por ejemplo, si aplicamos el Big Data al RE podríamos tener:

  • Información financiera ajustada a un potencial cliente para facilitar la financiación de una venta, con opciones de diversas entidades y orígenes.
  • Acceso a datos muy amplios y muy estructurados sobre el entorno de una unidad en venta para que el cliente acceda fácilmente a toda la información. Por ejemplo, podríamos llegar a ver los colegios de la zona e información muy detallada como los cursos, plazas disponibles, calidad de las instalaciones o incluso, los nombres de los catedráticos si se trata de establecimientos públicos.

Entre las estrategias digitales con mayor futuro es necesario destacar la realidad virtual. Las características únicas del producto RE y la inversión económica necesaria, hacen que la decisión de los clientes sea muy meditada. Por lo general, se requieren varias visitas a la propiedad o a la obra si se trata de una venta previa a la construcción. Gracias a la realidad virtual se puede crear una nueva experiencia para que la persona interesada crea que realmente está dentro de la casa y se sienta parte del entorno. Una sensación muy realista y cercana, capaz de aportar gran confianza para la decisión final del cliente y que, en muchos casos, puede llegar a ser más definitiva que una visita física sobre todo en proyectos en construcción. La realidad virtual aportará también más opciones de comercialización al poder mostrar el producto inmobiliario desde un único lugar, sin necesidad de desplazamientos físicos, lo cual resulta muy útil en caso de varios proyectos distantes entre sí.

Otra tecnología que puede potenciar esta revolución tecnológica es la ‘Tokenización’ y ‘Blockchain’ en el RE. Para entender que es esto en un lenguaje simple, “tokenizar” es convertir un bien real, como un edificio o un proyecto inmobiliario o incluso algo no físico como un préstamo que sería un derecho de cobro en bienes digitales. Cada uno de estos bienes tiene un valor económico, y lo que hacemos es fraccionarlo en varias partes para digitalizarlas. Cada parte sería un “token” con un valor determinado.

Detrás de esta idea está el ‘Blockchain’ que permite realizar transacciones sin un ente central que controle toda la red y la información. Se trata de un sistema distribuido en el que todos los participantes de la red verifican la información y aportan un alto grado de seguridad a las transacciones. Es la misma tecnología que se utiliza en el mercado de las monedas virtuales. Estas dos tecnologías podrían integrar estrategias de marketing digital y mejorar sustancialmente las opciones de financiación para los proyectos de RE al abrir el acceso a pequeños inversores sin limitación de fronteras de una forma ágil y rápida.

Con ideas tan novedosas y prometedoras, la revolución tecnológica corre a pasos agigantados para posicionarse como una tendencia mercado inmobiliario. Sin embargo, es cierto que en los próximos años se deben producir adaptaciones legales que armonicen la idea de “derechos reales” y “derechos digitales” de ambos mundos para dotar a estos escenarios de una mayor seguridad jurídica.