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El proyecto de un hotel turístico como eje vital de un resort

Porque será elemento definitorio y la clave del éxito final, la realización del proyecto de un hotel turístico es, sin duda, una de las decisiones más importantes que se han de tomar en la planificación de un complejo turístico y residencial. Del hotel elegido dependerá el tipo de residente temporal que transitará por el destino y, de él, el estilo, los servicios y, en definitiva, el posicionamiento de un lugar en la mente de los potenciales consumidores. Incluidos, por supuesto, aquellos consumidores que no comprarán noches de hotel sino que se convertirán en residentes permanentes y/o temporales al adquirir activos inmobiliarios en estos lugares. Lugares que van desde el sol y la playa a la montaña y la nieve, pasando por comunidades residenciales de gran estabilidad con flujo de visitas todo el año que pueden crecer hasta convertirse en núcleos urbanos conectados por un mismo estilo de vida.

Como ya hemos comentado en este blog, una de las claves de la consolidación de un destino de éxito está en conseguir un equilibrio entre turistas y residentes ya que son primeros los que dotan de popularidad y dinamismo un proyecto pero son los segundos los que dan estabilidad y mantienen una viva una comunidad auspiciando la instalación de servicios y, entre otras muchas cosas, reduciendo la estacionalidad. Para el director de Desarrollo de Negocio de Arum Group, Toni Candini, se trata de un binomio imprescindible ya que «el complemento vital del hotel es el producto inmobiliario al tiempo que, para que este producto exista y tenga demanda, es imprescindible contar con la presencia de un hotel dentro de las instalaciones».

Porque en un destino de éxito ambos elementos han de mantener un equilibrio perfecto hablamos de una cuestión de estrategia, planificación y coherencia porque, como afirma Candini, «el hotel es el corazón del complejo, el centro social para residentes y visitantes por igual». De hecho, en la experiencia de Arum, el hotel suele ser el lugar en el que se desarrollan en primer lugar algunos de los servicios vitales del resort como restaurantes, el spa o las tiendas. Solo si se ha conseguido un proyecto hotelero estable y rentable, con una oferta de servicios coherente alrededor, y siempre y cuándo las comunidades residenciales hayan empezado a florecer y asentarse, se puede plantear la creación de nuevos núcleos de servicios más allá del componente hotelero.

«El hotel permite vivir una experiencia inicial con el resort y establece el estándar del estilo de vida que se tendrá en el destino», afirma Candini que llama la atención sobre cómo algunas de las comunidades más exclusivas del mundo están vinculadas a las grandes cadenas hoteleras de lujo. Para el ejecutivo de Arum, la importancia de elegir estratégicamente entre los operadores hoteleros es vital y, en ocasiones, si se cuentan con los medios necesarios y se cumplen con los estándares que esta exige, la marca hotelera actuará como referencia y ayudará a fijar los precios y dinamizar las ventas inmobiliarias.

Así, lo habitual es encontrar comunidades turísticas y residenciales que cuentan con un hotel principal o, incluso, un único hotel, alrededor del cuál se erigen las primeras comunidades residenciales con personas que se trasladan a vivir allí, lo utilizan como segunda residencia o simultanean el disfrute propio y la comercialización turística en el caso de contar con licencia de alquiler vacacional. Conforme la comunidad se asienta y aumenta el interés del mercado, lo habitual es que surjan otras comunidades residenciales en paralelo con nuevos productos inmobiliarios mucho más especializados (ya que la experiencia y el feedback de los propietarios permite a los planificadores diseñar productos a la medida del destino) que pueden ampliarse tanto como para requerir que se proyecten servicios específicos. Restaurantes, tiendas y espacios de recreo florecen así lejos de aquella semilla inicial y, a veces, si el proyecto es lo suficientemente grande, puede que se plantee otro establecimiento hotelero esta vez surgido como complemento al residencial.

Como en una danza perfecta, hotel y residencial se dan la mano a la hora de dar forma a destinos coherentes y rentables a largo plazo por lo que el proyecto de un hotel turístico no es una decisión que deba tomarse a la ligera. Merece la pena luchar por los mejores partners hoteleros o inmobiliarios y lograr así impregnarse de su prestigio para, luego, devolver esta energía. Si el hotel suele ser visto como el primer motor de ventas, en los últimos años empieza a ser al revés, de la mano de conceptos como las branded residences, viviendas de alto nivel con servicios vinculadas al estilo de vida de un proyecto residencial alrededor de las cuáles es muy interesante instalar un hotel. Lo dicho, todo un juego de equilibrios en gestión hotelera.